El antecesor de El Rinoceronte Ilustrado

Escrito por Philip Potdevin
Categoría: Otros artículos Creado: Domingo, 06 Agosto 2017 22:43
El Rinoceronte Ilustrado nació con el nuevo siglo, por allá en junio o julio del 2000 como un café filosófico para discutir temas sobre filosofía, ética y cultura. Me había enterado por esos días de lo popular que estaban siendo estas tertulias, donde lo que se busca es recuperar el diálogo, activar el espíritu y conversar en torno a algún tema propuesto por culquiera de los asistentes. Nos reuníamos en el segundo piso de una librería de la carrera 15 con calle 73 de Bogotá, amablemente facilitada por los administradores. Cada semana llegaban los que querían y los que podían. El único requisito era disposición de ánimo y respeto por las ideas y comentarios de los demás. No pretendíamos despliegue de erudición o citas de filósofos o autores; al menor asomo de una cita de un autor o un libro, con amabilidad recordábamos que lo importante era la opinión individual y no la maroma memorística para evocar tal o cual autor o libro. Las reuniones duraban cerca de dos dos horas y al final siempre tratábamos de poner en limpio unas conclusiones, nunca nada definitivo, aquellas sobre las cuales el grupo podía estar de acuerdo o en desacuerdo sobre el tema discutido.
 
El por qué del nombre fue algo, como suele suceder, caprichoso. Bastó la yuxtaposición de dos ideas tan antagónicas y disímiles como el animal pesado, miope y quizás poco brillante que es el rinoceronte con la luminosa idea de la Ilustración. Sencillamente sonaban bien juntas e invitaban a la curiosa indagación sobre lo que significaba un café filosófico llamado El Rinoceronte Ilustrado. La ilustración que tenía el afiche que invitaba a las sesiones no podía ser otra que la del hermoso grabado de Durero.
 
El Rinoceronte Ilustrado siguió reuniéndose quincenalmente, más o menos hasta finales del 2002 cuando sencillamente el interés colectivo y el de su fundador se agotaron. Alguien, uno de los últimos contertulios me pidió, respetuosamente seguir utilizando el nombre para continuar algún proyecto personal y le pedí que me permitiera reservármelo. Luego vino aparecer de nuevo en mi novela La otomana, ahora a manera de una librería que existe en el campus universitario donde se desarrolla la misma.
 
Y ya era hora de traerlo a este espacio y compartirlo con quien desee seguir estas lineas, estos comentarios. Bienvenidos todos aquellos amigos de las letras, las ideas y las artes. En medio de tantas opciones que ofrece la Internet hoy día, un blog más o menos, no hace la diferencia. O quizá sí.

Entrevistas Radiales