Cinco relatos eróticos de cinco jóvenes autoras - Quinta entrega

Escrito por Philip Potdevin
Categoría: Escritos de otros autores Creado: Miércoles, 09 Agosto 2017 11:56

Este es el último relato de los escogidos en la materia que el autor de este blog dirige en el pregrado de Creación Narrativa, en la cátedra de Creación de Narrativa Erótica de la Universidad Central, Bogotá, mayo de 2016.


La mujer de los mil deseos

Laura Daniela Espinosa S.
Alumna de sexto semestre de la carrera de Cine

Sábado 3 de marzo de 1800.
Querido diario, hoy cumplo 18 años. El día está espléndido, la luz del sol llega hasta mi cama, escucho cantar las aves. Aún sigo en mi cama descansando un poco, ya la servidumbre me alistó el vestido de hoy. Mi padre hará una gran fiesta y anunciará mi boda con Lucío. Estoy feliz, hoy será un gran día.
Ariel cierra su diario y lo guarda en su mesa de noche; se levanta, se pone su bata de seda negra, se acerca a su vestido y la acaricia. Entran dos mujeres: Canela y Rosa.
—Buenos días señoría Ariel —dicen las dos mujeres en coro.
—Buenos días, ¿dónde está Sol? —pregunta muy seria.
—No amaneció muy bien el día de hoy señorita —contesta Canela algo nerviosa.
Ariel se queda viéndolas y camina hacia su baño, abre la puerta y aparece una gran tina blanca, todo el rayo del sol cae sobre ella. Canela y Rosa alistan el jabón, el estropajo y las toallas mientras Ariel se desnuda para entrar a la tina. Se quita la bata negra de seda y la deja caer al suelo, desapunta su pijama blanca de encaje, botón por botón, la deja caer al suelo. Mete sus pies a la tina, y se sienta despacio. Canela mete el estropajo a la tina, la moja y se lo pasa por el cuello, Ariel estira su cuello de lado a lado para sentir bien la textura del estropajo. Escucha que la puerta del baño se abre, mira por encima de su hombro y es Sol, Ariel sonríe y vuelve a mirar al frente. Sol quita el estropajo a Canela y sigue bañando a Ariel.
—Canela, Rosa, pueden salir, creo que Sol ya se siente mejor.
Ambas salen y cierran la puerta, Sol y Ariel callan. Ariel toma la mano de Sol que tiene puesta sobre su hombro.
—¿Quién te crees para no querer darme la cara? ¿Te quieres hacer de rogar conmigo? ¿Por qué? Si es así sabes que no puedes.
Sol sigue sin decir nada, Ariel se voltea y la mira a los ojos, Sol igual mira a los ojos de Ariel pero su mirada baja despacio hacia su busto, Ariel le agarra la mano y la pone sobre su cuello, comienza a descender la mano, hace que Sol le toque sus pechos, la mano de Sol sigue bajando por voluntad propia. Ariel saca su lengua y le toca los labios, la mano de Sol llega hasta el sexo de Ariel, le introduce sus dedos de forma delicada pero agresiva a la vez, Ariel comienza a besar apasionada a Sol, la agarra por la cintura y la mete con ella a la tina. Sol agarra con sus dos manos el rostro a Ariel y con voz entrecortada le dice:
— ¿Cómo haré para no morir de celos cada vez que te vea con él?
—Sabes que los amo a los dos —responde Ariel alejando su rostro de las manos de Sol
—Lucío, el que hasta ahora está aprendiendo a hacerte feliz solo con besos, y yo Sol la que con solo mirarte te enciendo de calor.
Sol sale de la tina, su vestido blanco está mojado, se pega al cuerpo haciendo que su silueta se marque mejor, agarra una toalla y sale, Ariel se queda mirándola, sus ojos se quedan fijos en la puerta esperando que vuelva a entrar. Ariel sale de la bañera toma una toalla y se tapa, sale a su cuarto, abre de par en par las cortinas dejando entrar la luz del sol. A lo lejos ve al jardinero trabajando, se queda observando sus fuertes brazos. El jardinero voltea y ve en la ventana a Ariel, la saluda agitando su mano de lado a lado, Ariel hace lo mismo y deja caer su toalla al piso. El jardinero aparta su mirada, pero la tentación es más grande, gira poco a poco su cabeza intentando primero mirar de reojo, Ariel desde su ventana sube los brazos dejando que el sol seque su cuerpo, voltea, ahora el jardinero ve su gran, y redondo trasero, un trasero perfecto.
El jardinero comienza a sentir la erección de su sexo, Ariel se agacha y levanta la toalla, vuelve a girar y se seca delicadamente su busto, mira a los ojos del jardinero y se muerde el labio, el jardinero saca un pañuelo de su bolsillo trasero y se seca el sudor de la frente y el cuello. Ariel acerca una silla a la ventana, se sienta, abre sus piernas, mira al jardinero mientras introduce sus dedos en su más íntimo lugar, su cuerpo se contrae varias veces, cambia de mano y los dedos que acaba de sacar se los pone en su boca, sigue tocando su sexo cada vez más rápido. El jardinero se mete la mano dentro del pantalón y se acaricia, su respiración es cada vez más agitada, sus ojos se cierran mientras se manosea, abre los ojos y Ariel saca sus dedos de su sexo, se pone de pie y cierra las cortinas. El jardinero cae de rodillas, se mira el pantalón y está completamente mojado.
Ariel corre a su mesa de noche, abre el cajón y saca el diario, entre lágrimas comienza a escribir. «Me da miedo, pánico perderte, rabia; digo rabia de imaginarte en los brazos de otra persona, tristeza, digo tristeza de saber que me olvidaste por las decisiones que tomo para mi vida, solo que no soy capaz de seguir sin ti y sin él».
Ariel se viste, tocan en la puerta, son Canela y Rosa.
—Venimos a ayudarla señorita —dice Rosa.
Ariel se voltea y deja que ellas cierren su vestido, la peinan, maquillan, ya está lista para celebrar su cumpleaños. Ariel sale del cuarto y encuentra en el pasillo a Lucío, lleva un ramo de flores, Ariel sonríe, está radiante. Lució le entrega el ramo de flores y dice:
—Y entonces su sonrisa me enamoró, me poseyó, una clase de magia indescriptible se apoderó de mi piel, me hace sentir nervioso, pero me hace sentir el hombre más feliz. —Lucío le da un beso en la frente y luego otro en su roja boca, la mira a los ojos, se acerca a su oído—. Y sin embargo, indudablemente una caricia de sus labios —le toca los labios—, una mirada penetrante mezcla de felicidad y miedo de tenerte y perderte a la vez.
—Nunca me vas a perder amor mío, nunca.
—Hoy estás más hermosa que nunca.
—Quiero hacerte el amor, pero debemos esperar hasta después de la boda.
Ariel lo mira, y sonríe de forma picara, agarra su mano y lo lleva a su habitación, cierra la puerta, deja las flores en el tocador, comienza a besar a Lucío, le pone la mano en su sexo. Lucío la retira, se aparta.
—Sabes que no podemos hacer nada antes de la boda, te lo acabo de decir.
—Lo sé pero te deseo, ya hoy, conmigo, no aguanto más. No tienes que penetrarme, solo con que me toques y me beses quedo feliz. Sería el mejor regalo de cumpleaños.
Lucío la mira, se queda callado, no sabe qué hacer.
—¿En serio, tanto me deseas?
—Sí. Solo bastó una mirada para quedar enamorada —solo pienso en tu sonrisa, labios, besos, ojos, miradas—enamorada del mejor hombre de todos, el único hombre capaz de hacerme sonreír.
Ariel se lanza hacia los brazos de Lucío, lo besa con tanta pasión que Lucío no resiste y se deja llevar por el deseo, levanta el vestido de Ariel, mientras ella le quita el pantalón. Ambos sexos están en total libertad, Ariel coge el sexo de Lucío y comienza a rozarlo con su centro de placer, los besos no paran, Ariel se acerca al oído de Lucío y comienza a morderlo, esto lo excita más. Lucío se mete entre su vestido y comienza a besar las piernas hasta llegar a su sexo. Ariel no aguanta placer tan grande que siente y suelta pequeños gritos, sus ojos se pierden en un punto mirando al techo, pone sus manos en la cabeza de Lucío para que no pare.

Lucío sube de nuevo, mira la cara de su amor, está sudorosa, pero con una gran sonrisa, la besa, Ariel vuelve a coger el sexo de Lucío y sigue masturbándolo contra su sexo, Lucío se queda quieto, la mira, coge su pene y penetra a Ariel. Ariel se queda quieta, lo mira. Lucío se asusta, piensa que le ha hecho daño, se pone de pie, Ariel lo agarra y lo vuelve a lanzar a la cama.
—No, sigue.
—¿No te hice daño?
—Lo harás si no continuas.
Lucío vuelve a penetrarla, su cadera se mueve rápidamente, Ariel lo abraza fuertemente no lo quiere dejar ir, se miran a los ojos mientras llegan al clímax, Lucío hace un fuerte moviendo hacia adelante y cae sobre el cuerpo de Ariel. Han finalizado.
—Esta es la mejor sensación que he sentido en mi vida, tenerte dentro de mí. Te amo.
—Te amo mucho más.
Lucío y Ariel se arreglan su ropa, Ariel tiene una gran sonrisa en su rostro, se mira al espejo y se arregla el cabello, Lucio se acerca, pone el mentón sobre el cuello, la mira por el espejo, le besa el cuello, Ariel se voltea pone sus brazos en los hombros de Lucio y le da un beso.
—Yo también tengo un poema para ti.
—¿Sí? A ver, te escucho.
—Todo beso tuyo es un caramelo, toda mirada un fosforo prendido, digo un fosforo prendido porque haces que mi piel siempre este ardiendo, ardiendo de deseo y pasión por tu cuerpo.
—Estaré eternamente enamorado de ti Ariel.
Salen del cuarto tomados de la mano, Sol está en el pasillo, los ve venir hacia ella, sus ojos se enlagunan, pero Ariel no la determina. Sol se queda viendo el rostro de Ariel y sabe que ya la perdió, sabe que ya se entregó a él y que ahora su amor es mucho más grande que el que sentía por ella.

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