Esta novela pretende hacer una reflexión sobre la existencia: la vida y la muerte, en una arriesgada alegoría de la cosmogonía con las constelaciones de Perseo (el justiciero del toro) y Tauro, que aquí se llama, y no de manera accidental, Satori. El tema es, por supuesto más zen que cualquier otra cosa; una filosofía de vida que ya no es exclusiva a Oriente;
Esta no es de ninguna forma una novela sobre toros, toreros y el arte del toreo, así en ella dos de los personajes principales son el toro y el torero, —el otro es el maestro, Roshi—. Afirmar lo anterior es tanto como volver sobre la frase —y la obra de arte respectiva— de Magritte, «Ceci n’e pas une pipe».