¡Sálvenme! ¡Sálvenme! ¡Piedad! ¡No me abandonen, ciudadanos de este hermoso suelo! Hoy, más que nunca, clamo, imploro, ruego: ¡Derriben ese muro antes de que sea tarde! Me llamo el Cauca. ¡Yo soy el Cauca! ¡Todos somos el Cauca! Los convoco a que se unan a mi rugido —cada minuto más débil— y entonemos, al unísono, un glorioso cántico de batalla, en un frente unido: «¡Yo soy el Cauca!»
I.
Toda ave es un augurio. Todo augurio es un arcano. Todo arcano es una provo-cación. El de grandes alas comprendería estas cavilaciones si por un momento descendiera, dejara ese planear parsimonioso, y prestara atención a lo que murmuro. Él, soberano de los cielos, majestad de su bandada, orgullo de la Naturaleza, gigante de su especie. ¡Salve, gran cóndor de los Andes! Ha regresado, victorioso, tras estaciones sin cuenta.
Ante la catástrofe ocasionada por los constructores de Hidroituango, y que puede ser mayor si pronto no se echa atrás la afrenta a la naturaleza, no solo se ha desnudado la improcedencia del modelo hidroeléctrico, sino la maraña de corrupción y errores que encierra el proyecto. Le Monde diplomatique ha escuchado lo que el rio tiene qué decir.
Con ocasión de la publicación en este medio el pasado mes de junio del Monólogo del Cauca en Dolor sostenido mayor, un lector de Le Monde Diplomatique expresó a su autor sus inquietudes en torno a divulgar en sus círculos de influencia este tipo de escritos.
¡Lázaro, levántate y anda!
Juan 11:43.
Apreciado amigo: muchas gracias por su misiva del pasado 9 de julio, la he leído con atención y confieso que
Para que en Colombia pueda elegir, por primera vez en su historia bicentanaria, el camino de un gobierno progresista, es necesario acudir a las más profundas convic-ciones de la ciudadanía, aquellas que residen en la autonomía de su conciencia.